martes, septiembre 20, 2005

RESPUESTA DEL CARDENAL CUBANO AL EMBAJADOR CUBANO EN EL VATICANO

Nota del Autor del Blog:


El Cardenal Jaime Ortega Alaminos, quien fuera prisionero de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP) por sus ideas religiosas, respondió unas desafortunadas palabras del Embajador cubano en el Vaticano Raúl Roa Kourí, también exprisionero de la UMAP (pero por " niño bitongo") en una entrevista que le realizó ASCA. Su padre, Raúl Roa Garcia, mal llamado " El Canciller de la Dignidad" por el Gobierno de Fidel Castro fue un embajador que tuvo sus altas y bajas como diplomático ( no estamos hablando de su dignidad), pero su hijo es verdaderamente un desastre; si no hubiera sido "hijo de papá" no se que hubiera sido. Amante en su juventud de la vida disipada y de estar en la élite a cualquier precio, Roa Kourí, mejor hubiera declinado la entrevista alegando "un fuerte dolor de cabeza" ( la clásica resaca) que cualquiera que lo conozca se lo hubiera creido. Su desconocimiento y la alteración de la Historia Cubana y FAMILIAR, lo muestra como lo que siempre ha sido: una persona de pocas luces capaz de mentir descaradamente, contar de seguir gozando de sus privilegios entre los que se encuentra el haber mascando goma de mascar cuando hacer eso era, todavía lo es en menor medida, una desviación ideológica.
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revista "Vitral," Pinar del Río
Declaraciones del Embajador de Cuba ante la Santa Sede, y respuesta del Cardenal
Jaime Ortega Alamino

Publicamos integramente la entrevista de ASCA al Sr. Embajador de Cuba ante la Santa
Sede con ocasión de los 70 años del establecimiento de relaciones diplomáticas entre
Cuba y la Santa Sede , y la respuesta de Su Eminencia el Cardenal Jaime Ortega,
Arzobispo de La Habana y presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba.

Entrevista de ASCA al Embajador de Cuba ante la Santa Sede
Cuba recuerda en estos meses del 2005 los 70 años las buenas e ininterrumpidas
relaciones diplomáticas con la S.Sede.
Raúl Roa Kourí, 69 años, amigo desde época temprana de Ernesto Che Guevara y figura
destacada de la diplomacia cubana, promueve la celebración, que culminará con la
presentación en Santa María in Trastevere de la Misa Cubana ya puesta en la Plaza de
la revolución de La Habana en ocasión de la visita de Juan Pablo II. Como él misma
relata en el recién publicado volumen de memorias "En el torrente", ha visto de
cerca los eventos principales de la política internacional y conocido figuras que
han hecho historia: de Mao a Eisenhower, Nerhu y Jruschov, Nasser, Sekou Touré,
MacMillan, el Papa Juan XXIII y una serie de personalidades entre las que se halla,
naturalmente, Fidel Castro.
Raúl Roa Kourí, hijo de un revolucionario de la primera hora, Raúl Roa García, en su
larga carrera diplomática ha tomado parte activa en importantes momentos de las
Naciones Unidas y contribuido a la comprensión de la política exterior cubana.
Ahora, al coronar su carrera diplomática, ha sido enviado por Castro al Vaticano, en
un momento en que los destinos de la paz internacional han hallado en el papa un
defensor de primera línea y Cuba está envuelta por el ciclón de las presiones
americanas enderezadas —según las expectativas de Bush y de los anticastristas de
Miami— a liquidar la experiencia de la revolución socialista.
Es en este contexto que se debe entender el sentido y relieve que Cuba desea dar a
la celebración de los 70 años de relaciones diplomáticas con la S. Sede que —si bien
con reservas sobre aspectos específicos de la situación cubana— no se ha alineado
jamás con el frente ultrancista contra Cuba, que intenta nuevamente incluso cancelar
los mitos de la revolución cubana, como el Che Guevara, devenido mito de la libertad
para los jóvenes de muchos países.
ASCA ha entrevistado a Raúl Roa Kourí, embajador de Cuba ante la S. Sede.
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ASCA: ¿Siente algún embarazo en recordar a su amigo Che Guevara mientras que, en
calidad de embajador, se encuentra desempeñando el rol de puente para el diálogo
entre Cuba y la S. Sede ?
Roa: Ningún embarazo. Yo represento al Gobierno de Cuba que tiene relaciones con la
S. Sede desde hace 70 años. Se trata de relaciones nunca interrumpidas y nunca hemos
pensado interrumpir las relaciones diplomáticas con el Vaticano. Es más, esperamos
profundizar estas relaciones, haciéndolas más fluidas. Especialmente en el período
de la revolución victoriosa de 1959, las relaciones de Cuba con la S. Sede han sido
siempre correctas.
Si bien entre 1959 y 1961 existió un problema con la jerarquía de la Iglesia
Católica en Cuba, fueron precisamente el representante de la S. Sede en La Habana,
Monseñor Cesare Zacchi, entonces Nuncio, con mi predecesor en la embajada ante la S.
Sede , Luis Amado Blanco, quienes construyeron puentes entre ambas partes. Pienso
que mi servicio como diplomático cubano ante la S. Sede se inscribe en esta
tradición de diálogo, con el objetivo de construir puentes de mutua comprensión
entre el Vaticano y el gobierno cubano. Y por tanto el hecho de que, desde muy
joven, fui amigo de Che Guevara no constituye problema de ningún género para mi
actual función de embajador ante la S. Sede. Che no era un dogmático ni un fanático.
Revolucionario genuino preocupado por la liberación de cada hombre, no se creía un
profeta ni se consideraba un santo. Cierto es que no era católico, pero un
intelectual de mente amplia, un hombre que comprendía las cosas del mundo, que se
interesaba por todo, que conocía muy bien cuál era el papel de la religión en la
sociedad latinoamericana e incluso en Cuba.
ASCA: ¿Piensa que la comunión de ideales y de cultura con Che Guevara le sea de
utilidad para su función como representante de su país ante la S. Sede ?
Roa: Pienso que todo lo que es positivo es siempre útil. Debo decir que cuando en
1954 conocí en México al Che, hablábamos sobre todo de literatura, de filosofía y
política. Él no conocía aún a Fidel ni a Raúl Castro. Tenía, en cambio, un gran
amigo cubano (Ñico López, nota de RRK) miembro del Movimiento 26 de Julio, quien
después cayó en la lucha de la Sierra Maestra.
Fue él quien nos presentó y, a través suyo, conocí al Che. En aquella época, Guevara
no estaba ligado a la revolución cubana, pero estaba en cambio ligado a la
revolución latinoamericana que no existía todavía, mas era algo que deseaba
ardientemente. Igual que nosotros, que aquellos días estábamos exiliados en México.
Y estaba nuestro grupo, al cual por supuesto pertenecía mi padre, Raúl Roa García,
considerado importante intelectual cubano y latinoamericano, mientras que yo era un
joven de 17 años. Se trataba de un grupo de exiliados latinoamericanos: había
peruanos, el gran escritor venezolano Rómulo Gallegos, el poeta Andrés Eloy Blanco.
Había argentinos y muchos de otras proveniencias unidos por ideales revolucionarios.
Es en el seno de este grupo que teníamos relaciones con Che, del punto de vista
intelectual. Se había hecho amigo de mi padre, profesor de la Universidad de La
Habana; era también profesor en México y dirigía la revista "Humanismo".
Por esta razón tenía intercambios y se encontraba con intelectuales de diversos
países de América Latina. Mi conocimiento de Che nació en este contexto de férvida
iniciativa intelectual.
ASCA: En qué sentido le ha servido la experiencia de vida y de conocimiento de la
revolución para hallar puntos de convergencia con la S. Sede ?
Roa: Desde el inicio, la revolución cubana ha sido una revolución nueva en el mundo.
Desde sus orígenes se colocaba en la tradición revolucionaria cubana precedente,
iniciada en 1868, con una etapa importante a partir de 1895. Iniciada en 1868 por
Carlos Manuel de Céspedes, padre de la patria y bisabuelo del actual Monseñor Carlos
M. de Céspedes. Cien años después, en 1968, Fidel Castro declaraba que aquellos
primeros revolucionarios "serían hoy como nosotros; y nosotros hubiéramos sido
entonces como ellos". Hay una continuidad y una novedad en esta revolución. Novedad
en la continuidad.
Pienso que somos continuadores del pensamiento de Carlos Manuel de Céspedes pero
también de José Martí, que dirigió la lucha cubana por la independencia en 1895.
Ellos dieron un contenido especial a la revolución cubana, compenetrada del
humanismo de Martí y de los ideales, cercanos a la revolución francesa, de Céspedes.
Estos representan la base de nuestra revolución que, más tarde, a la altura del
tiempo, devino revolución socialista. Si bien yo no era comunista, siempre pensé que
una revolución en el siglo XX no podía sino ser socialista. No estaba muy de acuerdo
con los regímenes del este europeo puesto que no era, ni soy, estaliniano. El
objetivo socialista de la revolución cubana era, a mi juicio, ineludible.
Como el humanismo socialista y marxista. Porque, para un verdadero socialista, el
hombre es la raíz de todo. El hombre es la esencia de la revolución. Deseamos
desarrollar al hombre y los progresos en todos los campos que en el tiempo se
imponen a la opinión pública deben reconocer la centralidad del hombre. Todo este
patrimonio de ideas humanistas que para mi constituye la verdadera tradición de la
revolución cubana, me permite hoy tener una relación cordial y una comprensión mutua
con mis amigos en la Secretaría de Estado vaticana. Y puedo ciertamente comprender
su pensamiento aun cuando no siempre estemos de acuerdo en todo. Cosa que por lo
demás no sería posible. Yo soy socialista y la Iglesia no y no combate por el
socialismo. Puedo comprender esta posición de la Iglesia porque nuestra tradición
cultural, ligada al pensamiento de Céspedes y Martí, es la tradición cristiana
occidental, que es también la tradición de nuestro pueblo. No hay, pues, desde el
punto de vista cultural, ningún obstáculo para comprendernos.
ASCA: ¿Ha tenido la sensación de que por la parte vaticana haya habido reservas en
relación con la situación y la opción de Cuba?
Roa: Tal vez haya habido momentos en que la posición del gobierno cubano no haya
sido bien comprendida por la S. Sede , pero creo que ésta siempre ha tenido una
comprensión de la revolución cubana y, ciertamente, ha tratado de comprenderla. Debo
decir que el Papa Juan XXIII fue una persona muy abierta.
Le conocí personalmente en 1961-62 cuando fui a Castel Gandolfo con el embajador
Luis Amado Blanco, a una audiencia. En el curso de aquel encuentro, Juan XXIII nos
dijo: "Valor, Cuba", porque él comprendía que en aquel momento lo que era importante
para Cuba era la reforma agraria. Lo entendía perfectamente pues él mismo era de
origen campesino y no tenía dificultad en darnos ánimo. Tampoco el Papa Paulo VI ni
los demás pontífices tuvieron una posición contraria a la revolución cubana. La
Iglesia no es partidaria de la revolución pero (la S. Sede) no ha hecho una crítica
preconcebida al proceso revolucionario, si bien el espacio de la Iglesia Católica en
la isla ha sido siempre motivo de discusión entre nosotros y la S. Sede, como entre
el gobierno cubano y la jerarquía católica en Cuba. Debo reconocer que las
relaciones entre Cuba y la S. Sede han sido siempre correctas, si bien existan
reservas mentales sobre la revolución. De hecho, no tenemos la misma posición ni la
misma comprensión de la historia.
ASCA: Cómo es posible que las relaciones entre el Gobierno Cubano y la S. Sede, que
es lejana de la isla, sean mejores que las relaciones entre éste y la Iglesia
cubana?
Roa: La S. Sede tiene una visión más amplia de la historia que la Iglesia Católica
en Cuba. Cuando digo "Iglesia Católica en Cuba," me refiero sobre todo a la
jerarquía, porque debe hacerse una distinción. En general, los sacerdotes están
cercanos al pueblo, en cambio algunos obispos están más bien cercanos al pueblo de
Miami, a los cubanos emigrados. Y es lástima, porque creo que la Iglesia debería
trabajar con el pueblo que vive en Cuba que es un pueblo revolucionario y que
siempre ha apoyado la revolución.
Puede que haya algunos que no estén de acuerdo, pero se trata de una minoría de
cubanos. Hay en cambio algunos obispos que piensan con la mentalidad de los cubanos
emigrados en Miami, conservando la mentalidad precedente a la revolución que
históricamente siempre produjo cierta distancia entre la Iglesia y el pueblo cubano.
Durante la lucha por la independencia, la Iglesia Católica en Cuba estaba dominada
por España y era, por tanto, anti-independentista. Luego, cuando Cuba devino
república bajo la influencia neocolonial de Estados Unidos, aquella Iglesia continuó
al servicio de los poderes extranjeros, ligándose a los cubanos que a su vez estaban
ligados al poder americano. Tras la revolución de 1959, con la cual Cuba por primera
vez en su historia conquistó la plena independencia, una parte de la Iglesia , sobre
todo la jerarquía, no entendió la revolución. También porque en aquellos tiempos una
parte de los curas españoles en la isla eran franquistas y les expulsamos, pues
habían comenzado a conspirar activamente contra la revolución. Debo reconocer que
hay miembros de la jerarquía y del clero que son verdaderos patriotas. Tal vez no
sean socialistas, pero son patriotas y comprenden lo que ha hecho la revolución
desde el punto de vista social, educativo y científico. Estos eclesiásticos están de
acuerdo y no contra tal progreso. Son críticos en otras cuestiones. Hay también
sacerdotes que en general están cercanos al pueblo y en la vida práctica cotidiana
no están en contraste con el poder, aunque no compartan la ideología.
ASCA: Usted es también amigo de Fidel Castro. ¿Le dio el Comandante en Jefe alguna
recomendación especial antes de que iniciase su trabajo como representante ante la
S. Sede ?
Roa: Soy amigo del Presidente Fidel Castro , pero no al nivel personal como lo era
de Che Guevara. Fidel es nuestro dirigente y tengo una gran admiración por él, lo
conozco perfectamente, pero decir que soy un amigo es tal vez demasiado. Tengo con
él la relación de un embajador con el Jefe del Estado. Fidel Castro siempre ha
recomendado desarrollar las relaciones con la S. Sede sobre la base del respeto
mutuo y la cooperación. Me encomendó, en particular, saludar en su nombre con mucha
cordialidad al Santo Padre Juan Pablo II, porque sentía una gran admiración por el
Papa Wojtyla."
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Declaración del Sr. Cardenal Jaime Ortega Alamino, Presidente de la Conferencia de
Obispos Católicos de Cuba:
En una entrevista concedida recientemente, y que aparece fechada por la agencia ASCA
el pasado 3 de septiembre, el Sr. Raúl Roa Kourí, Embajador de Cuba ante la Santa
Sede, se refiere a las relaciones diplomáticas entre nuestro país y la Sede
Apostólica, exaltando por un lado la postura positiva de la Santa Sede en relación
con el gobierno de Cuba, al mismo tiempo que acusa a la jerarquía católica cubana de
haber tenido al respecto una postura contraria a la Sede Romana para hacer caer toda
la responsabilidad de las dificultades de las relaciones Iglesia-Estado en Cuba en
los obispos, ignorando cuanto corresponde al gobierno de nuestro país.
El Sr. Roa Kourí presenta al Episcopado cubano históricamente casi como una pieza
estratégica de Estados Unidos en Cuba. Los obispos de Cuba estamos habituados a leer
artículos periodísticos de toda especie, donde se nos tilda de "colaboracionistas
con el gobierno de Castro", de apoyar a determinado grupo o líder disidente y de
otras cosas contradictorias. Esto, aunque incómodo, es posible en artículos
perio-dísticos, pero la insinuación repetida por el Sr. Roa de que la Iglesia en
Cuba por medio de sus obispos ha respondido siempre a los poderes extranjeros es
totalmente novedosa y gratuita, es fantasiosa y en boca del Embajador de Cuba ante
la Santa Sede resulta verdaderamente ultrajante.
Sus opiniones sobre los obispos cubanos y su distanciamiento de los sacerdotes son
inaceptables y falsas. Sus afirmaciones en general son tan gratuitas que no es
necesario argumentar para rebatirlas. El resumen apresurado de historia de Cuba
hecho en la entrevista es lamentable: Antes de la independencia de Cuba la Iglesia
fue anti-independentista, después de la independencia la Iglesia estuvo sometida a
Estados Unidos. ¡Qué simple y qué falso! ¿Dónde deja el Embajador el Seminario San
Carlos, cuna de nuestra nacionalidad? ¿En qué rincón de su mente queda el Padre
Félix Varela, padre del pensamiento independentista cubano y tan opuesto como José
Martí a cualquier sumisión de Cuba a Estados Unidos?
El hecho de dividir y catalogar a los obispos cubanos en "patrióticos" y aquellos
que tienen "su mente en Miami" es insultante. Este vocabulario me parece desfasado y
encuentro en él unas "resonancias chinas", en aquello de "obispos patrióticos", que
hacen que ninguno de nosotros aceptaría ser considerado ni de un grupo ni de otro.
Somos todos obispos cubanos que amamos a nuestra nación, y aunque el Sr. Embajador
intente negarlo, servimos a nuestro pueblo y basta.
Al principio de su entrevista habló el Sr. Roa de tender puentes, me parece que sus
palabras con respecto a la Iglesia en Cuba desmienten este propósito, pues sólo
intentan separar. Separar a la Iglesia en Cuba de la Santa Sede. Separar a los
obispos en "patrióticos" y pro-norteamericanos.
Separar a los sacerdotes de los obispos...
Esta es una vieja estrategia muy conocida de nosotros. Extraña manera de preparar el
Sr. Raúl Roa Kourí los 70 años del establecimiento de relaciones diplomáticas entre
el Estado cubano y la Iglesia Católica. Quiera Dios que estas opiniones, que crean
un clima tan desfavorable en las relaciones Iglesia-Estado en Cuba, sean el producto
de errores o prejuicios personales y no la fundamentación o el anuncio de una
posición oficial en relación con la Iglesia Católica en nuestro país. Esto no me
parece posible, pues contrastan sus afirmaciones con otras palabras de los más altos
dirigentes cubanos que tienden a crear un clima muy diverso. Se tornan así
inoportunas, si no imprudentes las declaraciones del embajador.
En esta entrevista, en los párrafos que se refieren a la Iglesia en Cuba, el
Embajador Roa Kourí utiliza un lenguaje irrespetuoso y a veces ofensivo, nunca
empleado antes por ningún embajador de Cuba ante la Santa Sede en documentos
públicos. Esto constituye una desagradable sorpresa y quiero dejar constancia de
nuestro rechazo total al contenido de sus palabras y a su estilo hiriente y nada
conciliador.
Septiembre 12, 2005