martes, enero 31, 2006

SOBRE BATALLAS E IDENTIDADES

SOBRE BATALLAS E IDENTIDADES

Por: Iliana Curra

Un artículo publicado en The Miami Herald el 23 de enero del año en curso me ha llamado la atención. Primeramente, porque se habla de estar lejos del campo de batalla en Miami y de nuevas identidades.
Es posible que reine el desconocimiento en aquellos que, al alcanzar tierras de libertad en los Estados Unidos, traigan consigo el adoctrinamiento brutal del régimen que dejaron atrás, y que aún llamándose disidentes, crean en las mentiras inculcadas contra el exilio de Miami.
Pertenezco a una nueva generación de cubanos que conoció la libertad a los 39 años de edad. Llegué a Miami hace apenas 8 años. Sola y con un hijo por nacer en mis entrañas. Arriesgué mi salud al montar dos aviones que me condujeron a lo desconocido, pero mi libertad estaba por delante, pero sobre todo, la de mi hijo. No me arrepiento. Lo logré.
Realicé trabajos fuertes y de poca remuneración. Apenas dormía para darle atención a mi hijo. Me acostaba tarde y me levantaba sin haber salido el sol. Manejé un “transportation” que ni siquiera marcaba las millas. Pasé momentos duros y bien difíciles. Me quedé sin empleo. Casi voy a la calle por falta de dinero para pagar la renta. En fin, nada nuevo para alguien que llega a un país que no es suyo. Era comenzar una vez más, pero con todo diferente.
Pero sobreviví. Es más, fue cuando empecé a vivir de verdad. Aprendí cosas nuevas. A valorar realmente a la humanidad. A quienes te tienden la mano sin conocerte siquiera. A los que, como tú, un día llegaron de la misma forma y hasta con menos condiciones y levantaron un pueblito que ahora es una enorme ciudad cosmopolita donde, no solo los cubanos pueden llegar a donde quieren. Llegan todos los que se lo proponen.
Pero nunca me desilusioné del exilio, pues mis ilusiones no estaban basadas en que me lo dieran todo. Era yo quien tenía que lograrlo a fuerza de trabajo y tesón. Aunque agradezco inmensamente a todos aquellos que con tanto cariño me ofrecieron más de lo que nunca tuve en mi vida. Me ofrecieron, además, la posibilidad de conocerlos como son: imperfectos, pero cubanos. Cubanos que aman su patria como yo no fuera capaz jamás de haberla querido hasta que viera ondear a mi bandera a más de 90 millas. Fue entonces cuando pude comprender la añoranza.
Ahora a quienes no puedo comprender es a los que llegan y se “desilusionan”. Prefieren estar “lejos del campo de batalla” que es Miami. Trabajan como carpinteros o guardias de seguridad. Hablan del “odio en el corazón de los cubanos exiliados”, de supuestas venganzas y posibles reconciliaciones. En fin, llevan dentro de sí el adoctrinamiento de un sistema que les mutiló la mente, más allá de un sentimiento absurdo que pudiera cambiar a medida que conozcan la realidad de un exilio que apenas conocen.
Espero que algún día comprendan que ya también son parte de ese exilio que ahora reprochan. Que sean capaces de entender a los que llegan con sus mentes mutiladas que, son ellos mismos los que deben levantarse, aunque no esté de más esa ayuda que siempre se necesita y que, aunque lo nieguen, la tienen. Los programas para refugiados existentes no llegaron del cielo. Existen gracias a esos mismos que llegaron primero.
Para ese entonces, espero que los cubanos no tengan que refugiarse en ningún lugar del mundo. Porque Cuba será libre. Más allá de esa hipotética “reconciliación” que tanto mencionan y que no hace falta.
Para los que han cometido crímenes, habrá justicia. Es un hecho. Los desacertados encontrarán el camino. Como sucede también aquí, y no justamente en Miami.

Ileana Curra.