sábado, septiembre 29, 2007

LOS CATÓLICOS CUBANOS DE ALLÁ Y DE ACÁ

Los católicos cubanos de allá y de acá


Por Dora Amador

El buen Germán Miret, subdirector de la revista cubana católica Ideal, me ha invitado a su casa para una noche de coloquio con monseñor Dionisio García, el nuevo arzobispo de Santiago de Cuba. Me siento muy honrada con esta invitación hecha a un selecto grupo de cubanos del exilio. Selecto, porque se trata de periodistas católicos. Nos une la fe, la visión de todas las cosas y sobre todo el corazón. Estoy muy deseosa de escucharlo y de hacerle algunas preguntas que brotarán no de mi vocación de periodista, sino de mi fidelidad al seguimiento de Jesús.

Misteriosamente Jesús conduce a los cubanos de allá y de acá por una oscura vía dolorosa que sólo se ilumina con la fe, la esperanza y el amor. Amor hasta el extremo, como nos enseñó Jesús. Como cristianos tenemos que perdonar, vivir como hermanos que somos de un mismo Padre y como tan sabiamente nos recuerda Dagoberto Valdés, ex director de la revista Vitral y del Centro de Formación Cívica y Religiosa de la Diócesis de Pinar del Río, ser incluyente y por encima de todo, fieles a la Iglesia, madre y maestra. Mucho sufrió Santa Teresa de Jesús por las injustas estructuras eclesiales de su tiempo, pero al final de su vida escribió con el alma colmada de dicha: ``Muero en la Iglesia''.

( Dagoberto Valdés y Dora Amador durante una de las pocas visita de Dago a Miami )

Este viaje de monseñor Dionisio forma parte de la visita anual que hace años vienen realizando a Miami un grupo de sacerdotes, religiosas y laicos para reunirse con sus pares del exilio. Los participantes de esos secretos encuentros --tanto los de allá como los de acá-- son elegidos muy cuidadosamente. Tan cuidadosamente que siempre es el mismo grupito, y es por eso que estas reuniones han sido infecundas.

Pero los pastores dirigen al rebaño y yo, oveja perdida que Jesús rescató del precipicio, le pido a mis pastores: ámennos, inclúyannos, seamos lámparas que se elevan para iluminar, no que se escondan debajo de algo para dejar todo en tinieblas. Sigamos el llamado de la doctrina social de la Iglesia, de Juan Pablo II, de Benedicto XVI, de la histórica V Conferencia General del Episcopado de América Latina y del Caribe celebrada en Aparecida, Brasil, en mayo de este año, y de la escandalosa asamblea del CELAM realizada en La Habana en julio (escandalosa por las denuncias contra el régimen de Hugo Chávez que en la capital cubana hicieron los obispos venezolanos, y que por eso tuvieron que adelantar su salida de Cuba). No sé quién --si alguien del gobierno o algún monseñor cubano, o ambos-- les pidió que se fueran. Esto suele suceder a menudo con curas cubanos o extranjeros que son críticos del régimen, los sacan del país rápidamente. Pero esta asamblea parece que ha dejado huella en Cuba.

Monseñor Dionisio es desde hace años quien dirige la pastoral de movilidad humana y la relación con los cubanos en el exterior. Es un buen pastor, creo que su obra en la Arquidiócesis de Santiago será tan profética y profunda como la de su predecesor, monseñor Pedro Meurice.

Me adelanto al encuentro con el Arzobispo el 2 de octubre en casa de Germán Miret --de quien es la iniciativa en su sana intención de vivencia cubana cristiana-- y le pido: haga algo para que estas reuniones entre los católicos de allá y de acá sean más incluyentes. Que se escuchen voces nuevas, que haya intercambio de ideas, que respetuosamente se rete, se aporte, se crezca, siempre a la luz del Evangelio.

Los signos de los tiempos y la necesidad de la Iglesia en Cuba y en la diáspora exigen pasos ''audaces, espíritu misionero, compromiso, laicos que sean protagonistas de su propia historia, formados en política para que participen en ella''. (Son palabras textuales de la intervención que hizo monseñor Juan García Rodríguez, arzobispo de Camagüey, en la Conferencia de Aparecida frente al episcopado latinoamericano en su calidad de presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, COCC).

( Monseñor Dionisio García, el nuevo arzobispo de Santiago de Cuba)

Perdone el Arzobispo si vuelvo a mencionar la política, pero es necesario. Conozco la inmensa obra evangelizadora que lleva a cabo la Iglesia cubana. Pero hay que ser fieles también a otra enseñanza de la Iglesia que se ha hecho cada vez más urgente, y a la que se nos ha urgido una y otra vez en las instancias que ya arriba mencioné y, además, en la Exhortación Apostólica Chistifideles Laici, de Su Santidad Juan Pablo II, que trata sobre la vocación y la misión de los laicos; en la Nota doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política, emitida por la Congregación para la Doctrina de la Fe en 2002. La Nota se dirige a los obispos de la Iglesia Católica y, de especial modo, a todos los fieles laicos llamados a la participación en la vida pública y política.

¿Por qué entonces es anatema entre los católicos cubanos de allá y de acá?

Hablemos de verdad, sin herir, con amor, como hermanos cristianos deseosos de cumplir la voluntad de Dios. Se trata de vivir en la verdad, ésa a la que se refirió Jesús, la única que nos hará libres.