jueves, julio 29, 2010

Nicolás Águila: El titingó apocalíptico de Fidel Castro

Tomado de http://lacomunidad.elpais.com



El titingó apocalíptico de Fidel Castro

Por Nicolás Águila
29 Jul 2010

Los medios se han mostrado sorprendidos con las últimas apariciones de Fidel Castro. También, a nivel de calle, le ha causado sorpresa y hasta su poco de susto al pueblo cubano.

Se le ve recuperado, comentan unos. Duro de pelar el tipo, añaden otros. Debe haberse hecho un buen ‘trabajo’, sospechan los creyentes de la santería afrocubana. Bicho malo nunca muere, concluyen los más resignados. Genio y figura que burla la sepultura, se les oye cantar a coro lo mismo a sus detractores que a sus simpatizantes, que algunos le quedan.

Pero se va a morir de todos modos, más pronto que tarde y cuando menos se lo esperen. No importan los trabajos del babalao ni los cuidados extremos del equipo médico permanente. Es la ley de la vida y para de contar. Cuando el mal es de verdad no valen guayabas verdes.

Cierto que en comparación con las primeras apariciones, la resurrección de la Momia en los últimos días no trasmite la imagen de un moribundo con un pie ya en la tumba y el otro cerca. Pero ojo, que eso pudiera ser lo que siempre se ha llamado la mejoría de la muerte. O sea “una pseudomejora que se produce poco tiempo antes de que una persona moribunda fallezca. Es muy engañosa y en muchos casos llega a desconcertar sobre todo a los allegados de esta persona o incluso a quienes la atienden”, según nos ilustra Wikepedia, el mataburros preferido de los que no somos eruditos y navegamos por internet.

Además, la senilidad evidente del ‘abuelo cebolleta’ de aquellos comics españoles, cuando nos cuenta con la lengua estropajosa sus batallitas magnificadas, no hay quien se la quite de encima por más editados que estén los vídeos y las fotos que se publican a posteriori.

Si por un lado la Momia exagera su papel en las escaramuzas de la guerrilla de hace más de medio siglo, de las que él se mantenía a distancia prudencial con su fusil de mira telescópica, por otro lado ahora le ha dado por oficiar de profeta catastrofista con su cantaleta de la guerra nuclear a punto de estallar en el Medio Oriente. Según la tiñosa senil y su trova monotemática, lo que viene arrollando al doblar de la esquina es la tercera guerra mundial a paso de conga.

El mundo se va a acabar, le machaca con insistencia a un pueblo angustiado que lo único que le queda son las ganas de vivir, si acaso. Es la nueva versión del viejo “patria o muerte”, su consigna mortuoria de toda la vida con variaciones coyunturales sobre el mismo tema.

Qué fijación retórica con la muerte la de ese anciano camaján aferrado a la vida como una lapa. Un tipo que no se quiere morir ni de broma, que se cuida como gallo fino y siempre se mantuvo lo más lejos posible del peligro --la patria para él y para los demás la muerte--, cuando ve que el final se le acerca quisiera llevarse tras de sí a toda la humanidad, ya sea por efecto de una hecatombe universal o de un apocalíptico titingó.

En su concepción egocéntrica y catastrofista del mundo, a Fidel Castro le queda corto hasta el “después de mí el diluvio” que decía Luis XV.
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