martes, abril 30, 2013

Ivan García Quintero desde Cuba. Derechos humanos en Cuba: una lectura oficial sesgada

 

Derechos humanos en Cuba: una lectura oficial sesgada
 
 
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Los hermanos de Birán nunca han querido aceptar que en su gobierno de 54 años se violan los derechos humanos y no existe un clima democrático.
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Por Ivan García Quintero
abril 29, 2013
¿Cumple el gobierno de Castro algunos preceptos contemplados en la Carta Universal de Derechos Humanos del cual Cuba es signataria desde 1948? Por supuesto que sí.
En el acápite social, el derecho a una educación gratuita a todos los niveles  (aunque demasiado ideologizada), y a una salud para todos, hace que el  régimen reiteradamente nos recuerde que Cuba tiene un expediente ejemplar en materia de derechos humanos.

Salud, educación, derecho al trabajo, el acceso a la cultura y la practica sana del deporte forman parte del conjunto de derechos inalienables del hombre. Pero no son todos. Cuando en 1988 Cuba por vez primera fue sancionada en la comisión de derechos humanos en Ginebra, un iracundo Fidel Castro culpó a Estados Unidos de manipulación.

Y acusó a los países que lo apoyaron de 'lacayos del imperio'. Se da el hecho de que la mayoría de naciones que consideran que Cuba no respeta un grupo de derechos humanos, condenan el embargo de Estados Unidos contra la isla.

Los hermanos de Birán nunca han querido aceptar que en su gobierno de 54 años se violan los derechos humanos y no existe un clima democrático. Y en efecto, su régimen es autocrático.

Disfrazar de democracia a un gobierno donde no hay elecciones presidenciales, el parlamento es un disciplinado coro monocorde, es ilegal la oposición política, los sindicatos, la prensa independiente y las reglas de juegos son dictadas como úcases por los Castro, es un complejo ejercicio de habilidad informativa que practican los medios nacionales.

A un defensor del gobierno cubano, debe resultar difícil decir, sin sonrojarse, que en la isla existe democracia plena y se respeta toda la amplia gama de derechos civiles, políticos y sociales.

No solo se prohíben los derechos políticos o la posibilidad de convocar a una huelga. También durante décadas se violó el espíritu de la Carta Magna, al no permitir que los cubanos accedieran a centros turísticos exclusivos para extranjeros.

Hasta el 14 de enero de 2013, los cubanos no podíamos viajar al exterior sin permiso estatal. Cuba es el único país del continente americano que considera ilegal la oposición. También en el hemisferio es líder por su obcecada actitud de no permitir otros partidos políticos y perseguir, detener o encarcelar a periodistas que escriben por su cuenta y a opositores que salen a la calle a exigir cambios democráticos.

Bajo el manido pretexto que son ‘mercenarios pagados por Estados Unidos’ han instaurado leyes, como la Ley 88, que contemplan largas sanciones penales a los disidentes.

Los medios y voceros del gobierno manipulan descaradamente el tema de los derechos humanos. No hay ejecuciones extrajudiciales, pero la justicia la administra el gobierno. No existen casos de periodistas asesinados, pero el gobierno prohíbe y puede enviar a la cárcel a un reportero.

Existe un solo sindicato manejado por el régimen. Los trabajadores no tienen  derecho a fundar sindicatos independientes. Países amigos de los Castro, con una fuerte alianza política y económica, como Bolivia, Ecuador y Venezuela, hasta la fecha, no encarcelan a la oposición, existe prensa privada y elecciones generales.

Derechos humanos no solo es asistir gratis a la escuela. Recibir atención médica adecuada. O no ser discriminado por el color de tu piel, religión o credo. Igualmente es un derecho pertenecer a un partido político diferente, afiliarse a un sindicato independiente o ser un periodista disidente.

Es una verdad razonable que el gobierno de Raúl Castro pisotea los derechos políticos de los cubanos. Los medios del Estado y sus amanuenses hacen piruetas semánticas para demostrar lo contrario con un alarde de términos trillados.

Pero la realidad cotidiana de Cuba, con instituciones antidemocráticas, prohibiciones políticas y censurada la  expresión, no se puede meter debajo de la alfombra cuando se barre la casa.