viernes, abril 26, 2013

Víctor Manuel Domínguez desde Cuba: Los tigres de Luis Cino





Los tigres de Luis Cino

Por Víctor Manuel Domínguez
 Abril 25, 2013 |


LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -Los cuentos escritos por Luis Cino no buscan dibujar a los seres de carne y hueso que habitan sus historias, sino a los fantasmas que las viven en un tiempo real.  Su propósito es materializar sus fobias, deseos y rencores.

Como diría el Premio Nobel de Literatura 2011, Mario Vargas Llosa, su intención es destilar, a través de los poderes de la literatura, el delicado elixir de la vida: la verdad escondida en el corazón de las mentiras humanas.

En busca de esa enmascarada obsesión, Los Tigres de Dire Dawa (Ediciones Puente de Letras, Club de Escritores Independientes de Cuba, La Habana), recorren desde la otredad el derrumbe de algunos paradigmas de la revolución que, revisitados y desacralizados por las nuevas generaciones de escritores, surgidos en las últimas dos décadas del pasado siglo, dieron un vuelco a la narrativa nacional.

Pero a diferencia de unos novísimos narradores que, a pesar de sus diversas y enmarcadas tendencias escriturales, “se alejan por igual de toda noción de pertenencia a una clase social, a un grupo político, a un sexo, a una nación, como señalara Odette Casamayor, en Cubanidades (…), Luis Cino asume ser parte de quienes, inconformes con solo literatulizar la marginalidad, los dogmas, las guerras y otras secuelas del fracaso revolucionario, busca las causas y enuncia el entramado existencial que las genera.

Desde una visión descontaminada de cualquier remanente o preferencia ideológica, pero sí comprometida con el desenmascaramiento de la deshumanizante herencia ética y material legada por la revolución al individuo y al país, el escritor sondea esa Cuba oscura y subterránea, a ratos iluminada por el contrapunteo entre los derrumbes y las consignas.

(Luis Cino)

Sin componentes axiológicos que lo vinculen con las parcelaciones y encasillamientos de la narrativa cubana oficial, a partir de las arbitrarias y diversas tendencias o grupos estilístico-temático divididos en iconoclastas, tradicionalistas, rockeros y fabulistas, Cino nos muestra en sus descarnados personajes esa inconformidad que los lleva a rebelarse contra los dogmas establecidos, y a proyectarse, ya sea en su forma de vestir o de ser, a través de sus  ídolos, la música estruendosa, el comportamiento grupal, el consumo de drogas, la promiscuidad sexual, la prostitución y otros desvaríos existenciales comunes a la denominada “poética del escándalo y la irreverencia”, por  el lenguaje y los temas  que emplean en sus textos nuestros escritores de hoy.

Sin embargo, y pese a moverse en esos escenarios periféricos donde se pudren en la violencia y el desencanto las promesas de la revolución, los protagonistas del libro no son  esos “marginales o excéntricos, esos outsider que no encuentran su espacio en el mundo, esos detritus humanos”, descritos por Pedro Juan Gutiérrez en su Trilogía sucia de La Habana, y en otras obras del realismo sucio en la literatura cubana.

Los fantasmas de Cino fueron seres humanos a los que se les diseñó un proyecto de vida que luego se derrumbó. Personas que desde sus acciones cuestionan las causas de su caída, y enfrentan, a su manera, desde la rebeldía o desde una extraña nostalgia, un sueño que no pudo ser y ya nunca será, al que, no obstante, se aferran para sobrevivir.

Despojados de rebuscamientos formales, nuevos giros lingüísticos  o códigos literarios tradicionales, los cuentos de Luis Cino se acercan por sus temas y estilo a esa tendencia marcada por Ana Lidia Vega Serova en sus libros Bad Painting y Catálogo de mascotas, donde el relato “se descarna cada vez más hasta situarse en lo familiar, lo casero, pero indagando en una soledad a punto de convertirse siempre en meditación procaz”, como dejara señalado con certeza Alberto Garrandés.

Escritos en dos planos generales, donde el estilo indirecto y lo autorreferencial señorean estructuralmente el tono y el discurso narrativo, los trece cuentos recogidos en el libro se adentran en una especie de “individualidad coral”, por la confluencia y multiplicación de lo vivido, sin importar el tema, el tiempo o escenario donde transcurren los derrumbes cotidianos de quienes habitan la Isla bajo las banderas arriadas de la revolución.

Cuentos donde lo anecdótico pierde preponderancia ante la atmósfera opresiva o delirante de la historia narrada por el autor o el protagonista, los personajes de  Los Tigres de Dire Dawa recorren, desde la frustración, las múltiples pesadillas que se agolpan en el diario de los cubanos.

Leer estos Tigres de Luis Cino es recorrer las ruinas materiales, éticas y sociales que ha dejado a su paso de más de medio siglo una revolución que nunca fue para los humildes, aunque éstos hayan sido tomados como estandarte.

vicmadomingues55@gmail.com.