viernes, septiembre 29, 2017

Esteban Fernández: REUNIÓN EN LA MEJORANA

REUNIÓN EN LA MEJORANA


Por Esteban Fernández
28 de septiembre de 2017

Les hablé hace unos días de mis indecisiones sobre las cosas que yo quería ser cuando fuera grande. De muchacho yo no sabía si era escritor, inventor o jodedor. O las tres cosas.

La cuestión era que a través de las letras y la inventiva yo salía ileso de los exámenes sin haber estudiado y sin saber la materia. Mientras, con los números no engañaba a nadie.

Recuerdo que un profesor de apellido Méndez que era fidelista me preguntó delante de la clase: “Esteban, descríbame en pocas palabras ¿Qué cosa es EL TERRITORIO?”

Y yo le respondí con una consigna que había escuchado durante esos días: “Lo que le puedo decir es que los yanquis recogerán el polvo de nuestro suelo anegado en sangre si invaden el Territorio cubano”. Me dio un sobresaliente del cual se arrepintió eternamente desde que se enteró que yo era rabiosamente anticastrista y pro americano.

Yo le describí a un maestro la conversación que sostuvieron Máximo Gómez, Antonio Maceo y José Martí en La Mejorana con lujos de detalles y sin yo tener la menor idea de que habían hablado esos tres patriotas en ese encuentro el cinco de mayo de 1895.

Yo no estudié en lo absoluto para hacer el examen de la ciudadanía norteamericana. Jamás olvido la cara de sorpresa de Efrén Besanilla Vargas -quien me servía de padrino- con mis brillantes y absurdas respuestas a las preguntas que me hacía un puertorriqueño, el cual ante cada contestación mía sólo decía: “¡Ay, bendito!”

Usted me puede hacer la pregunta histórica que desee y yo puedo brindarle por lo menos 10 minutos de una respuesta rápida e inventada. Un día Mario Byrne me dijo: “¿Tú sabes quién fue Pépé Le Moko?” y yo estuve largo rato dándole una disertación sobre “Pepe Lemoko” un mulato amigo mío en Güines. Mario se quedó estupefacto.

Ya sé que a Carlos Manuel de Céspedes le decíamos “El Padre de la Patria” porque trataron de chantajearlo cuando capturaron a su hijo y él respondió que “Oscar no es mi único hijo, yo soy el padre de todos los cubanos”.

Pero la primera vez que la profesora Hortensia Carrión me cogió sorprendido con esa pregunta no le gustó mucho cuando le dije con asombrosa seriedad que era “Porque tuvo muchas mujeres y un montón de descendientes a través del país”.

Pero la inolvidable Hortensia tampoco se rió cuando me atreví a decirle que: “Antes que lo llamáramos “el Padre de la Patria” era conocido en Yara como “el Semental”.

Pero no quiero presumir mucho porque no crean que todos han sido triunfos ya que por poco el Sr. Raúl Guitart, director del Colegio Presbiteriano, me expulsa del plantel tras una composición que hice sobre Adán y Eva en el paraíso.

Lo que más irritó a todos los maestros del Colegio Americano fue cuando me lancé en el atrevimiento de querer explicar e inventar el motivo por el cual “siendo Adán y Eva blancos de donde salieron los negros”. Eso fue un desastre.

Y yo no tengo ni que portarme bien en la vida, porque en el futuro sólo deseo que San Pedro me permita escribirle una cuartilla sobre "los motivos por los cuales yo no debo ir al Infierno". Si me dejan escribir me salvo de la candela.
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Publicado en Baracutey Cubano en el 2010.
 
Nota del Bloguista

Esta hipótesis sobre el contenido de las páginas perdidas del Diario de Campaña de José Martí, la leí hace años en Cuba en un libro del destacado historiador cubano Carlos Ripoll. Los argumentos para defender su hipótesis fueron los mismos que los que expone hoy en este artículo Arnaldo M. Fernández. El libro era de una Biblioteca Independiente.
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Martí: las páginas que faltan

Por Arnaldo M. Fernández
Mayo 5, 2010

Lezama Lima gastó la broma colosal de que Martí se le apareció en sueños, para contarle lo que había escrito el 6 mayo de 1895 en su diario de campaña, pero antes de que empezara a revelarlo se despertó. Jesús Díaz concedió extrema seriedad a esos apuntes en falta como «el vacío más trascendental de nuestra historia» (Las palabras perdidas, 1992, página 324). Muchos prosiguen girando, en broma o en serio, alrededor del asunto, que se sostiene ya sólo en virtud de la falacia genética, es decir: no prestar oído a buenas razones por la humildad del origen.

Hacia 1899 Gonzalo de Quesada y Aróstegui emprendió la edición de Obras de Martí y recabó por todos los medios que los tenedores de manuscritos del Apóstol permitieran copiarlos. Mucho después de que fallecieran Máximo Gómez (junio 17, 1905) y el propio Quesada Aróstegui (enero 9, 1915) se descubrió que el archivo del primero atesoraba el diario de campaña de Martí.

Al examinarlo con Bernardo Gómez Toro, hijo del Generalísimo y custodio principal de su archivo, el hijo de Quesada y Aróstegui, Gonzalo de Quesada y Miranda, se percató de que no había saltos en la foliación (4650-76) post mortem del archivo de Gómez, pero sí en la colación del propio Martí, que pasaba de 27 a 32: cuatro páginas habían sido arrancadas y correspondían a la entrada de mayo 6 de 1895. No debían faltar las páginas 28 (reverso de la 27) y 31 (anverso de la 32), pero al dorso de la 5 había una mancha de tinta que alteró la numeración: en lo adelante, los impares corresponderían al dorso. Gómez Toro dijo que el diario de Martí estaba en las mismas condiciones en que lo había recibido a la muerte de su padre. Y así vio la luz, hacia 1941, interpolado en el diario de campaña de Gómez.

Ramón Garriga y Cuevas testificaría que había hojeado el diario y recordaba que las páginas faltantes se referían el disgusto del general Antonio Maceo con el manejo de los fondos para la guerra: «Yo las vi cuando las escribió. Yo guardaba el diario en mis alforjas. Cada vez que Martí me lo pedía, se lo entregaba. Gómez lo recibió completo de mis manos» (Diario de la Marina, febrero 22 de 1948). Este coronel mambí recalcaría «que al diario de campaña, cuando él lo entregó, no le faltaba hoja alguna, y que fueron seis pliegos los que Martí escribió el día 6 de mayo [de 1895]» (Carteles, octubre 25 de 1953). A pesar de la inexactitud, pues sólo faltan cuatro cuartillas, Garriga deja en pie que Gómez recibió el diario entero.

La calidad del testigo excepcional está fuera de duda. Martí anotó el 28 de abril de 1895 que ese día «vino Luis Bonne (…) para crearme una escolta. Y de ayudante trae a Ramón Garriga y Cuevas, a quien de niño solía yo agasajar, cuando lo veía travieso o desarmado en New York, y es manso, afectuoso, lúcido y valiente». Al día siguiente escribió: «Ramón queda a mi lado». Cuando Gómez lo dejó a pie (mayo 17, 1895) en el campamento de Dos Ríos, por salir «con los cuarenta caballos» en el insignificante empeño de hostigar un convoy (que nunca encontró), Martí apuntó: «Me quedó escribiendo con Garriga y Feria».

El comandante mambí Luis Rodolfo Miranda dejó también por escrito que esas cuartillas contenían relación al detalle de cómo se habían distribuido los fondos para la revolución, incluyendo «las cantidades enviadas a distintos patriotas» (Antorchas de libertad, 1945, página 11). Luis Felipe Le Roy conjeturaba que, de constar en dicha relación los nombres de Gómez o de familiares suyos, el viejo general habría arrancado las páginas por la susceptibilidad que Fermín Valdés Domínguez había apuntado (septiembre 26, 1896) en su diario de soldado: «No acepta [Gómez] que su esposa, su virtuosa y amada Manana, tome un solo centavo de los cubanos, y dice que para eso tienen dinero sus paisanos dominicanos, y ahora porque ha sabido que Estrada [Palma] le ha girado a un amigo suyo de Santo Domingo quinientos pesos para su esposa, le escribe preguntándole qué es esto, porque él no acepta tal dádiva».

Gómez le decía una cosa a Valdés Domínguez y otra a Estrada Palma, porque tempranito le había escrito desde la manigua (Ciego de Najasa, agosto 22 de 1895): «Le agradeceré a usted mucho que usted se ocupe de mi Manana. Con la llegada de Martí, derrotado, a buscar mi amparo, apenas tuve tiempo de ocuparme bien de mi familia; al contrario, me fue preciso echar mano de lo que debía dejarle». Así que no deja de ser plausible incluso que hubiera recibido también dinero de Martí y le contara otra cosa a Estrada Palma.

Mucho menos plausible resulta que Martí abundara en su diario sobre la reunión de La Mejorana (mayo 5, 1895) al día siguiente de haberle dedicado larga nota, sin parar mientes en el conflicto con el general Antonio Maceo: «No puedo desenredarle a Maceo la conversación: “¿pero usted se queda conmigo o se va con Gómez?” Y me habla, cortándome las palabras, como si fuese yo la continuación del gobierno leguleyo, y su representante. Lo veo herido: “lo quiero —me dice— menos de lo que lo quería”, por su reducción a Flor [Crombet] en el encargo de la expedición [por Duaba] y gasto de sus dineros. Insisto en deponerme ante los representantes que se reúnan a elegir gobierno. No quiere que cada jefe de operaciones mande el suyo, nacido de su fuerza: él mandará los cuatro de Oriente: “dentro de 15 días estarán con usted —y serán gentes que no me las pueda enredar allá el doctor Martí”. En la mesa, opulenta y premiosa, de gallina y lechón, vuélvese al asunto: me hiere, y me repugna».

-IMAGEN: Ilustración: Pedro Ramón López, Martí agotado (2006) © Artelista