jueves, septiembre 28, 2017

Pedro Campos desde Cuba: Querer ridiculizar el socialismo democrático es hacerle el juego al castrismo. No hubo ni hay ningún socialismo en la Cuba castrista, sino una forma torcida de capitalismo monopolista de estado

Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

Pedro Campos afirma: ¨No hubo ni hay ningún socialismo en la Cuba castrista, sino una forma torcida de capitalismo monopolista de estado¨. Pero yo me pregunto: ¿Por qué todas las organizaciones socialistas y todos los  líderes socialistas del mundo aceptaron  y ¨apapacharon¨ lo que había y hay en Cuba como Socialismo?. Desde la Ofensiva Revolucionaria de marzo de 1968, y aún desde antes,  se sabía que en Cuba  lo que había era  ¨una forma torcida de capitalismo monopolista de estado¨
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Tomado de https://www.cubanet.org
 
Querer ridiculizar el socialismo democrático es hacerle el juego al castrismo

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No hubo ni hay ningún socialismo en la Cuba castrista, sino una forma torcida de capitalismo monopolista de estado
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Por Pedro Campos
Septiembre 26, 2017

LA HABANA, Cuba.- El 12 de junio pasado CubaNet publicó un artículo donde el autor pretende ridiculizar lo que él llama los intentos de democratizar el socialismo de los socialistas democráticos cubanos. Con el ánimo de aclarar posiciones y evitar malos entendidos, solicité a este medio, vía autor del escrito, que me permitiera publicar unas notas al respecto.

Deseo comenzar por agradecer a los administradores del espacio haberme concedido esta oportunidad. Agradezco también a este sitio la publicación de otros artículos míos anteriores, tomados de otras páginas digitales.

Las consideraciones del autor, parten de compartir el mismo criterio que el castrismo sobre el socialismo: concebirlo como la sociedad organizada desde arriba, sustentada en la propiedad estatal de las empresas explotadas con trabajo asalariado semiesclavo y dirigida y administrada por un partido único. Tal fue la idea del socialismo en Stalin, no en los clásicos del siglo XIX, ideas que tampoco eran acabadas y que necesariamente la práctica del desarrollo mismo del capitalismo, adecuaría a la modernidad.

Por la experiencia castrista es comprensible que muchos en la oposición y en la población, rechacen el término socialismo, pues el gobierno que lleva 57 años en el poder haciendo barbaridades de todo tipo en su nombre, se ha encargado de enlodarlo.

Los que en el gobierno y en la oposición creen que en Cuba hay “Socialismo”, siguen sin entender esencias de la economía política y no tienen en cuenta que lo que caracteriza un modo de producción es la forma predominante en que se explota el trabajo.

En la esclavitud el trabajo se explotaba en forma esclava fundamentalmente, en el feudalismo era el trabajo de los siervos, al capitalismo lo caracteriza el predominio del trabajo asalariado que por cierto existía desde la época de la esclavitud ateniense y a la nueva sociedad socialista, pos-capitalista o como quiera llamársele, la irá caracterizando el predominio del trabajo libre, privado o asociado. Vale decir el trabajo autónomo individual o de grupos asociados en distintas formas que van desde las sociedades por acciones, primera forma de descomposición del capitalismo, hasta las cooperativas, las mutuales, las asociaciones de profesionales con diverso fin y otras.

El “estatal-socialismo” castrista dizque cubano, en verdad copiado del ruso por conveniencia, demostradamente fracasado, se caracteriza por la explotación asalariada de la propiedad estatal, por lo que se trata en verdad de una especie de capitalismo de estado monopolista por el alto nivel de concentración de la propiedad y la apropiación de los resultados de la producción en el estado. Algo que describió, en forma premonitoria, José Martí en su comentario de la obra de Spencer, la Futura Esclavitud.

No. No hubo, ni hay ningún socialismo en la Cuba castrista, sino esa forma torcida de capitalismo monopolista de estado.

Las relaciones de producción que predominarían en la nueva sociedad, nacen y crecen dentro de la propia sociedad capitalista, precedente, allí se van desarrollando gracias a las propias contradicciones entre el capital y el trabajo, entre la apropiación privada de los resultados de la producción y el constante crecimiento de los participantes en los procesos de producción, gracias al libre mercado, la libertad para invertir y a la existencia del crédito que posibilitan crecer a las formas de trabajo libre, individual o asociado.

Este proceso lo explica Karl Marx, en el III Tomo de El Capital, en su Capítulo XXVII, dedicado al papel de crédito en el capitalismo y lo aborda también de distintas manera en muchas otras obras suyas. Los “comunistas” estatalistas enterraron en el olvido estos pasajes de Marx. El propio Lenin, un año antes de morir tratando de rectificar tantas barbaridades hechas en nombre del socialismo, cuando ya no podía ni escribir, dicto su trabajo sobre La Cooperación, o El Cooperativismo, donde trató de llevar al Partido la idea de desarrollar el cooperativismo en amplia escala en toda la economía rusa, como eje para el desarrollo del socialismo; pero ya era muy tarde. Stalin controlaba todas las palancas del poder.

El socialismo no es un producto enlatado, prefabricado. Será el resultado de los cambios objetivos que se dan en la base económica de la sociedad, en el progreso de las Ciencias y la tecnología y en el conocimiento y preparación de la fuerza de trabajo, los dos aspectos más dinámicos del desarrollo y en la evolución de las relaciones de propiedad, cambio, distribución y consumo, las llamadas relaciones de producción que tienen lugar entre las personas que interactúan en el proceso de producción de la vida material.

Retomar el carácter autogestionario y cooperativo de las relaciones de producción que llegarán a predominar en el socialismo, en la sociedad pos capitalista, nada tiene que ver con reinventar o perfeccionar el modelo estatalista que de socialismo lleva solo el nombre, ni intentar retrotraer la sociedad al comunismo primitivo. En todo caso es ir a los orígenes de las teorías socialistas.

No. No nos proponemos arreglar el desastre, ni mantener el modelo estatal asalariado monopartidista: queremos cambiarlo.

Para los que no lo saben, en Cuba, antes de 1959, al amparo de las leyes generales del desarrollo capitalista, había un amplio progreso de las sociedades anónimas por acciones, de las cooperativas y multitud de tipos de asociaciones productivas y sociales, junto al amplio desarrollo del trabajo libre individual. Todo confiscado por el castro-estatalismo.

Algunos ejemplos: la Cooperativa de Ómnibus Aliados, la Asociación Cooperativa de los Trabajadores de la Industria Aeronáutica (ACTIA) que construyó un edificio y un mercado cooperativo de consumo para los trabajadores del aeropuerto de La Habana, el Sindicato Gastronómico de La Habana fue el que Construyó el Hotel Habana Hilton e hizo un contrato de administración con esa cadena para traer turistas de EEUU, cuyas ganancias engrosaban los fondos sindicales para disfrute múltiple de sus trabajadores. Por último deseo recordar que las mejores clínicas de Cuba eran mutualistas, como La Quinta Covadonga, la Quinta Dependiente y La Colonia Española de Santiago de Cuba y muchas más.

Ha sido el castrismo con su concentración del poder económico y político y sus leyes anti libertarias el peor enemigo del progreso del socialismo en Cuba, con su oposición al desarrollo del trabajo libre, privado y asociado. Fue por su “apertura” al cuentapropismo y al cooperativismo, que le dimos nuestro apoyo crítico al gobierno raulista que, como se sabe, ha terminando imponiendo más regulaciones y cerrando cooperativas y negocios privados y persiguiendo y acosando a los socialistas democráticos.

Lo hemos explicado, unos más que otros, pero más menos todos hemos coincidido en que sólo en un estado de derecho, plenamente democrático, donde se respeten todas las formas de propiedad y producción privadas y asociadas y todas las libertades y derechos civiles, políticos y económicos, es posible el desarrollo de las formas de producción propias del socialismo. Es lo que ha venido ocurriendo en los países capitalistas más y menos desarrollados.

En cuanto al sistema político, los socialistas democráticos en general, creemos que el camino es el mejoramiento de la democracia liberal hacia una cada vez más participativa y transparente, donde se municipalicen los poderes y los presupuestos y para todos los aspectos importantes que a todos conciernen sean aprobados en referendos. No somos partidarios de un gran estado ni estamos a favor del resolver los problemas sociales con impuestos, como la socialdemocracia, salvo las situaciones extremas de discapacidad. No estamos en contra de la acumulación de riquezas y favorecemos el mayor nivel de bienestar posible para todos por esfuerzos propios. No creemos que haya que regalar pescado al hambriento sino enseñarlo a pescar.

Es por eso que hemos puesto la lucha por la democracia en primer plano en las condiciones de Cuba y hemos establecido coordinaciones y cooperamos con organizaciones opositoras tradicionales en la búsqueda de la conformación de un amplio frente democrático plural que respete las identidades y que se proponga metas que todos compartimos. Al tiempo, aprovechamos las tribunas que puedan abrirse al interior del sistema para hacer nuestra crítica y presentar soluciones a los problemas.

No niego que muchos seamos fruto de la evolución desde dentro del propio proceso político cubano. Pero a estas alturas, confundirnos con el “comunismo vulgar” del castrismo o su defensa es cuando menos equivocado.

De manera que las aseveraciones del artículo de marras tratando de ridiculizar las posiciones del socialismo democrático comparándonos con el comunismo primitivo y otras lindezas, demuestran, en el mejor de los casos, desconocimiento sobre nuestras posiciones y, sin saberlo, hacen el juego al interés gubernamental de aislarnos, ignorarnos y presentarnos como ilusos y últimamente como “centristas”, agentes del imperialismo.

Todos los que nos oponemos o disentimos del castrismo y su dictadura y queremos cambios verdaderamente democráticos, debemos empezar por respetar nuestras diferencias y no acudir a las descalificaciones como el castrismo, si es que queremos en algún momento convertirnos en una alternativa política viable en Cuba.